Las mujeres y el jazz
Las mujeres han tenido un papel de importancia en el jazz desde el primer momento; a pesar de que el estereotipo popular suele restringir la contribución femenina a la música vocal. Les ha tocado difícil, pues las ideas victorianas acerca de cual debe ser el lugar de la mujer, los miedos de origen puritano a que hombres y que las mujeres trabajen bajo un mismo techo, salgan de gira en común y actúen en horarios dudosos en lugares de entretenimiento, la estereotipada atribución de los instrumentos de viento a los hombres y los instrumentos de cuerda a las señoritas, el miedo al desempleo entre los músicos varones, las viejas redes de amistad masculinas, la actitud paternalista o ignorante de tantos críticos, etc., es una característica fundamental del periodo en el cual el jazz toma fuerza. Por eso resulta remarcable que numerosas mujeres hayan conseguido superar esos obstáculos para efectuar contribuciones de importancia a la historia del jazz.
Siguiendo los pasos de cantantes, varias instrumentistas femeninas de talento comenzaron a destacar en el seno del jazz, iniciando así una tradición de presencia femenina en este campo
En 1927 un tren se para en Ohio inundado. La banda tuvo que llegar en lancha y se le pide que cante sobre la inundación. Bessie Smith era la líder de la banda. Fue llamada a actuar en una de las primeras películas de negros y es recordada por una situación en particular, donde tocando en Carolina del Norte, un miembro de la banda ve de lejos que vienen integrantes del KKK. Advierten a Bessie, pero ella no se mueve, al contrario los ahuyenta. Nadie se metía con Bessie.
Además, es famosa la pianista de la banda de King Oliver, y además esposa de Louis Armstrong, Lil’ Hardin Armstrong, quien demuestra que las mujeres también tienen un rol fundamental en el jazz, ya que su vida también cambia al volverse más desinhibida.
